domingo, 7 de junio de 2009

Oda a la persona que amo y que ahora se fue

Hoy he amanecido con ganas de escribirte, a ti grandiosa deidad de hielo; Luz que alumbra mi oscuro bosque, no te apagues por lo mal hecho. Palabras cortan el amor como navajas afiladas, somos humanos y erramos con frecuencia, pero también es humano y con conciencia, perdonar como un acto divino.


Más yo en la amistad soy como un niño, celoso, prepotente e indeciso, quiero más cuando ya he perdido, cuando tengo no aprovecho. Soy un alma solitaria, acompañada de tu presencia cegadora, de ti sale la aurora, de mí solo un te quiero que pronuncio al a la frecuencia del viento inaudible.


Ahora más que nunca me arrepiento de ser un ente unitario y egocéntrico, mal hice por no escuchar, ahora hablo para el silencio.


Mis ojos guardan las lágrimas que derramaré por ti el día de tu ausencia, ahora solo espero mi destino, viendo tu foto, leyendo tus cartas, tratando de encontrar una solución a lo imposible.


Eres para mí el recuerdo que me queda, del sentir amar a quien confiare, tu partida es un vacio que recuerda el oscuro infierno al que me he devuelto. Te amo, amiga mía, más de lo que creía, razón fuiste suficiente para vivir, ahora escribo esta carta esperando morir.


Y si un día el destino me devolviese tu presencia… estaré en deuda con él, más si el tiempo nos aleja, espero, encuentres paz y por demás bien.


Ya casi termino esta prosa, haciendo lo que te dije nunca hice, rimando, soñando, cantando la canción del adiós, aunque no sea mi estilo; pero ahora si te digo ¡Que viva lo que fue!, ¡viva lo que eres!, ¡vivan los momentos que hoy se mueren!


Y si mi carta es enérgica, y si mi carta no expresa todo lo que querías que te dijese, simplemente no esperes más de alguien que ya no existe, de alguien que murió en el instante en que te fuiste.


Y por último, mi doncella eterna, gracias por demostrarme que la amistad verdadera dura para siempre, porque quizá yo me fui de tu lado, pero tu jamás te irás de mi corazón.


Aquí termino esta prosa, a ti grandiosa deidad de hielo, imponente, casi divina, me miras como si fuera un simple mortal, y yo, que clamo por ver escucharte, solo oigo la canción de la lira con la que me despides de tu lado. Oh, mi preciosa deidad de hielo, con tus favores alagas, con tus palabras sanas, con tu indiferencia matas.

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Bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla... Soy el yo que nunca quise ser :D